Las Sombras del Mundo Maya. Es el domingo 23 de noviembre del 2008. Con el entusiasmo de contarles lo ocurrido en la primer etapa se hicieron las 11:00 de la mañana. Malo, considerando que tenemos que llegar a la frontera de Guatemala, pasarla, y seguir hacia alguna ciudad decente del país Maya. Buscar hotel, comer, descansar, y tratar de conocer. La preocupación de llegar a tiempo al barco en Panamá es una espada de Damocles, aunque pronto descubriré que tenemos otro enemigo en la travesía centroamericana. Es invierno en el hemisferio norte. Las sombras caen como una piedra, largas y rápidas.

Etapa 3: San Cristóbal de las Casas - Panajachel aquí

El TIGUAN se desvirga con su Primera Frontera:

Los trámites en México son suaves. Sello en el pasaporte por el lado de migración, y un “que tenga buen viaje” por parte de la Aduana. El Tigre Iguana se puede ir a otros países.

-No viajen de Noche en Guatemala. Han habido muchos casos de ataques y robos” nos dice todavía el aduanero.
Adiós México.

¡Hola Guatemala!

En la frontera un millón de personas venden un millón de mercancías. Me parece ver desde zapatos para hormigas hasta sombreros para jirafas. El primero que se me acerca es un señor con una pistola que larga humo. Rocía todo el auto. Fumigación. Supongo que estarán preocupados por la música de Vicente Fernández, del cual llevo varios CD’s.
Seguidamente migración. Rapidito y sin problemas.

Ahora Aduana.
¡Bhum!
-Señor, estos papeles no tienen el sello y la firma del notario público de México -me dice el aduanero guatemalteco luego de revisar la documentación que le entrego por debajo de un vidrio. -No podrá seguir.

Delante de mis ojos hay un cartel gigante que exige el sello del notario de México para entrar un vehiculo a Guatemala. En mis documentos está el nombre del Licenciado, pero el sello debe ser invisible. Hay uno de Volkswagen, aunque al aduanero la VW parece no impresionarlo en absoluto.

-Permítame que le explique –le digo con mi mejor tono de voz.
Y ahí estoy yo, contándole historias al aduanero. Y le cuento y le hablo… y le hablo y le cuento, hasta que por fin el pobre hombre se compadece.

-Voy a dejarlo seguir -me dice. -La próxima vez tendré que aplicar la ley.

Mientras fotocopia todo me dice algo más:
-Es mejor que no viajen de noche. Han habido varios robos, y secuestros.

La carretera es un desastre. Parecería que están reparándola, pero que yo recuerde han estado así desde la época de Colón. Un auto americano, negro, con los vidrios tan negros que no es posible ver dentro, nos sigue unos kilómetros. O tal vez solo va en nuestro mismo sentido. Siendo que vamos con retrazo aprieto el acelerador. Como si fuese poco hay siete trillones de túmulos (así llaman a los topes). Guatemala puede ser un país pobre, pero le sobran túmulos. Por suerte este animalito… perdón, quiero decir este TIGUAN, es un fierro que parece soportarlo todo. Estoy comenzando a tomarle cariño al tigre combinado con iguana, aunque los de VW deben saber que soy fanático de una marca japonesa que empieza con T.

Ahora que lo pienso, vaya coincidencia.

Son las 17:50 hs. El día dice hasta mañana y la noche entra de golpe, sin vaselina. Parece un obrero fichando tarjeta, reemplazando a otro en una fábrica. Las montañas guatemaltecas quedan con la misma luz que las fosas abisales de las Marianas. Por favor, amigo lector, junta las uñas del dedo pulgar y del índice.

¡Exacto! Ni un misero fotón de luz cruza el aire. Nada. Niente. Ni siquiera los faros del TIGUAN alcanzan a alumbrar semejante “agujero negro”. Mejor buscamos refugio.

Son ya las 20:30 hs. Nos salimos de la carretera y por un camino vecinal de mil curvas que serpentea entre una frondosa y obscura foresta de pinos descendemos hacia el Lago de Atitlán. Quiero llegar a Panajachel antes que nos roben, violen o rapten. Me pregunto que será peor.

Descendemos sin ver por donde vamos. Perdemos más de 500 metros de altura en pocos kilómetros de cerradas curvas a derecha e izquierda. Hace frío. Pienso que la etapa del continente sudamericano será todo lo contrario. Los próximos pilotos, Javier Fueyo primero y Javier Barranco después, de esta expedición TIGUAN MEXICO PATAGONIA, encontrarán calor, ya que allá es verano, y podrán manejar hasta casi las 21:00 hs, ya que todavía a esa hora hay luz en el hemisferio sur. Pero esa será otra historia, por ahora aquí es mas noche que en el castillo de Drácula, y me siento feliz de estar llegando a Panajachel sin que todavía nadie me allá violado.

Emilio Scotto y Mónica Pino.
Nota: Mi especial agradecimiento a Mauricio Elci Bonifazi, italiano, motociclista de corazón, conocer de la revista Automóvil Panamericano, y dueño del acogedor HOTEL DOS MUNDOS en el centro de Panajachel.