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Topics >> by >> la_primera_visita_del_client |
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La Primera Visita Del Usuario Y Los HonorariosUno de los inconvenientes más recurrentes a los que se encara nuestro colectivo, y muy singularmente el de los jóvenes abogados que comienzan su andadura, reside en la dificultad de administrar adecuadamente el proceso de minutación, entendiéndose por tal, el proceso por el que el abogado notifica por primera vez al cliente del servicio los honorarios que van a deber satisfacerse y concierta con este la forma y tiempo de pago. Esta complejidad viene abonada por varias razones que van desde la inexperiencia del profesional (absolutamente nadie nos ha enseñado a cobrar), la actitud de temor mezclada con cierto rechazo por el propio cliente (lo que lo hace eludir tratar en un inicio sobre ese aspecto), y la preocupación del abogado que le induce a meditar que hablar de honorarios al comienzo de la relación puede ser contraproducente para la captación del cliente. A mi juicio, informar en los primeros contactos sobre los honorarios y proceder a su inmediata gestión, es una decisión atinada que tendrá un enorme calado en el desenvolvimiento de la relación profesional. Partiendo de esta idea, vamos a dedicar esta cooperación a exponer el proceso que consideramos más conveniente para resolver de forma eficiente una fase tan compleja. Cuando el cliente del servicio visita el despacho por vez primera y, una vez expuesto su tema, nos realiza el encargo, la cuestión de los honorarios debe comentarse bien por petición del usuario o bien, ante su silencio, por el propio letrado. En este segundo escenario (como resulta lógico más complejo), tendremos que apuntarle, al menos, los siguientes aspectos: 1º.- Que es política del despacho, ya antes de comenzar con el caso, entregar al usuario una hoja de encargo en el que se incluirá el presupuesto de nuestros honorarios, con su pertinente forma de pago; 2º.- Que le enviaremos dicho documento a la mayor brevedad (en veinticuatro horas), una vez estudiemos el expediente entregado. 3º.- Si está conforme con el presupuesto, deberá abonar, en su caso, la primera provisión solicitada y mandarnos la hoja de encargo firmada por correo electrónico, en cuyo caso, daremos por aceptado exactamente el mismo (artículo 17 del Código Deontológico). Una vez expuestas estas indicaciones, el cliente del servicio puede reaccionar de distintas formas, conductas que vamos a examinar brevemente para ofrecer el mejor consejo de de qué manera debemos actuar ante las mismas. El cliente del servicio manifiesta que le semeja correcto el proceso y queda a la espera de percibir la hoja de encargo: en este caso, no existe nada que decir, salvo felicitarnos por haber superado esta fase con éxito. El cliente nos pide que le adelantemos el precio aproximado de los honorarios: siendo comprensible y legítimo que el cliente quiera conocer inmediatamente lo que le costará el encargo, tenemos que actuar con mucha cautela evitando indicarle cifra alguna, puesto que podríamos sobrepasarnos y que al cliente del servicio le parezca costoso y lo retire; igualmente, si el costo indicado es bajísimo, este quedará grabado en la mente del cliente del servicio, y va a ser muy difícil presupuestar sobre ese techo. Lógicamente, hemos de explicarle que hasta que no estudiemos la documentación con reposo no podremos valorar con acierto el importe de los honorarios, si bien procuraremos remitirle la información a la máxima brevedad. En estos casos es cuestión de transmitir seriedad; y de hecho, esta respuesta sienta las bases de una percepción profesional del abogado, que lejos de tener ya pensado el coste, lo estudiará con detalle para lograr una cifra justa y adecuada al trabajo demandado. Si el cliente insiste, no queda otra que emplear la técnica del disco rayado El cliente del servicio, con sorpresa, nos señala que creía que no cobraríamos hasta la resolución final del caso (favorable) o bien cuando concluyamos la tarea encomendada: en estos supuestos, el cliente, bien por desconocimiento, bien por picardía (que de todo hay en la Viña del Señor), se planta con su exigencia solamente oír sobre el tema de los honorarios. Acá el abogado no debe fatigar, sino, afirmativamente, exponer al cliente el sistema de minutación que tuviese previsto para el asunto encomendado (honorarios fijos, iguala periódica, por horas), indicándole que el despacho no trabaja en estos casos a resultado. Sin embargo, si existe la posibilidad de pactar esta opción, se le señalará que se estudiará dicha posibilidad y, si es viable, se le va a ofrecer una opción alternativa ceñida a sus necesidades (cuota litis pura o bien mixta), o bien incluso se podrá explorar en el acto si el cliente puede efectuar pagos mensuales de escasa cuantía para liquidar los honorarios previstos. El cliente nos anticipa que carece de recursos económicos actualmente y que pagará en el futuro cuando se arreglen un par de temas pendientes: acá lo dejo a voluntad de cada uno, mas es evidente que nos encontramos ante un mal comienzo, puesto que aunque es de loar la honestidad del cliente del servicio (en frente de otras conductas que todos conocemos), lo apropiado, salvo el deseo de efectuar un pro bono, es exponer al cliente del servicio que de esta forma no podemos trabajar, pero que, en todo caso le remitiremos el presupuesto a fin de que lo estudie, estando el despacho abierto a facilitarle el pago de forma periódica ajustándonos a sus necesidades. abogados para extranjeros , indicar que, como hemos visto, dotar al despacho y a sus miembros de unas reglas claras sobre la determinación de los honoraros, no sólo facilitará superar un trance las más veces complejo, sino que, a la vez, transmitirá al cliente del servicio formalidad y claridad, pues la trasparencia en este campo es sinónimo de profesionalidad. |
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