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Los Abogados Que Luchan En Los Tribunales Por Migrantes Indocumentados Como Ellos

LOS ÁNGELES – Pasa todos y cada uno de los días preparando estrategias legales para ayudar a migrantes indocumentados a quedarse en el país. Sin embargo, en cualquier instante, exactamente la misma Lizbeth Mateo podría ser detenida y deportada.

Es una letrada migratoria que tiene su propio letrado en materia de migración.

Lizbeth, de 33 años, se juramentó como abogada de manera oficial en el mes de junio. Tras pasar años como persona indocumentada y en flagrancia abierta de las leyes migratorias, ahora es parte del sistema jurídico y espera representar a otros como ella que ingresaron a USA de forma ilegal.

El que California permita que Lizbeth pueda ejercer es una se las señales de la aceptación a la comunidad indocumentada en ciertas partes del país. Kevin de León, el líder del senado californiano, la llamó la personificación del sueño americano cuando encabezó la ceremonia de juramentación de Lizbeth.

Ahora le toca ejercer en un instante delicado: las promesas del presidente Donald Trump, como la construcción del muro y los nuevos lineamientos de detención, han dejado claro que las personas sin papeles serán deportadas. Algunos inmigrantes han preferido ocultarse y otros han regresado a sus países de origen, temerosos y frustrados. Otros más han decidido ni siquiera aventurarse.

Lizbeth pertenece al conjunto de quienes desean confrontar a la administración, incluso cuando hacerlo acarrea peligros personales. Es una defensora valiente, según varias personas; para otras, es una provocadora irresponsable que semeja apreciar retar a los agentes migratorios a que la detengan.

“Veo de qué forma activistas que son respetados y considerados líderes de la comunidad arman un alboroto y creo que no es lo que precisamos en este momento”, dijo Lizbeth, quien nació en el estado mexicano de Oaxaca. “El trabajo no permite que hagas un alboroto. Lo que precisas es asegurarle a la comunidad que vamos a pelear. Al fin y a la postre, solo tenemos esa opción”.

Otros dicen que ese papel no le corresponde. “Prometes que vas a proteger la Constitución de USA y al tiempo violas las leyes que contempla”, afirmó John C. Eastman, constitucionalista y exdecano de la Capacitad de Derecho de la Universidad Champan en California. “Estás violando el juramento del cargo desde el momento en que lo tomas: eso es un gran problema”. Ira Mehlman, portavoz de la Federación para una Reforma Migratoria Americana (FAIR, por su sigla en inglés), conjunto que aboga por mayores restricciones migratorias, concurre: “Si estás en el país de manera ilegal, no hay razón por la que deberías poder ejercer derecho”.

Lizbeth es de las realmente pocas personas indocumentadas en Estados Unidos que ha conseguido una licencia de abogacía y solo una de las que se especializa en derecho migratorio. Luis Ángel Reyes Savalza, quien la representa y también nació en México, es otra de esas personas.

California, N. York y Florida son los únicos estados que otorgan licencias a migrantes indocumentados para que ejerciten derecho. No hay un estimado oficial de cuántas personas sin papeles trabajan como abogados, mas Luis Ángel dice que conoce a una docena.

Para Eastman, los abogados indocumentados ponen bajo riesgo a sus clientes del servicio que son beneficiarios del programa de (DACA, por su sigla en inglés) pues el gobierno de Trump podría retirar ese permiso en cualquier momento. En enero, ya emitió una orden ejecutiva que amplía las definiciones de quién es un criminal; ahora incluye cosas como haber utilizado un número de seguridad social falso para trabajar. Y el Servicio de Inmigración y Aduanas ha dejado claro que ser de DACA no garantiza una protección legal.

“Si estás en el país de forma ilegal, no hay razón por la que deberías poder ejercer derecho”.

Ira Mehlman, portavoz de la Federación para una Reforma Migratoria Americana

Personas como Lizbeth comenzaron a identificarse en público como indocumentadas hace más de una década con la esperanza de que podrían forzar un cambio al contar sus historias. Varios conjuntos universitarios en California se juntaron con el nombre “” (Sueños que merecen ser escuchados) y apuntalaron el Dream Act, legislación que habría dado una vía para la ciudadanía a jóvenes indocumentados. Esta fracasó.

Sin embargo, la atención puesta en las contrariedades de jóvenes que habían llegado como menores de edad y no conocían más que su vida en Estados Unidos ejerció presión para que el gobierno de Obama avalase DACA a fin de que los dreamers pudieran estudiar y trabajar. El futuro del programa bajo la administración Trump, en particular una vez que múltiples fiscales estatales republicanos han amenazado con demandar al gobierno si el programa no es retirado para otoño.

Luis Ángel y Lizbeth impulsan que se mantenga DACA, pero no quieren solo eso. Asimismo arguyen que los migrantes que han cumplido sentencias en prisión por alguna condena penal no deben ser blancos para la deportación y desean persuadir a los gobiernos locales de que prevean más fondos para abonar los costos legales de los migrantes que encaran procesos de expulsión. “Quieren que estemos atemorizados”, dijo Lizbeth.

“La gente dice que tiene miedo, mas no debemos ser invisibles”, mentó durante un alegato ante estudiantes de la Universidad de California, Northridge, su alma mater. “Estás más seguro” cuando reconoces tu estatus, “cuando estás conectado a gente que sabrá si el ICE vino por ti en mitad de la noche”, agregó, utilizando la inicial en inglés del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas.

Sin embargo, las acciones que califica como necesarias son vistas por otros como descuidadas.

En dos mil trece, Lizbeth viajó a Oaxaca para visitar a familiares, si bien sabía que no tenía la visa para reingresar a E.U.. Cuando se presentó al cruce fronterizo, lo hizo acompañada de otros 8 estudiantes indocumentados poder entrar para pedir asilo. Al final, Lizbeth pudo pasar, aunque fue detenida en un centro migratorio en Arizona a lo largo de algunos días. Se le dejó argüir su caso ante una corte mientras comenzaba sus estudios en Derecho en la Universidad de Santa Clara en California, algo a lo que había soñado con dedicarse desde que llegó en mil novecientos noventa y ocho a U.S.A. cuando era adolescente.

Su protesta pretendía atraer atención sobre la enorme cantidad de personas que habían sido deportadas antes de que fuera incorporado DACA, mas varios activistas la criticaron de haberlo hecho como un ardid promocional. Incluso de esta manera, se transformó en una entre algunos conjuntos de defensores de migrantes.

Aunque su acto puso en alerta su búsqueda de un estatus legal. El programa DACA requiere que los demandantes demuestren que nunca han dejado USA desde que entraron como menores de edad. Cuando Lizbeth procuró ser beneficiaria de DACA el año pasado, su solicitud fue negada por el viaje a México. Planea regresar a solicitar, si bien esta vez con ayuda de legisladores federales, líderes universitarios y todo un ejército de abogados migratorios.

Si le vuelven a negar la solicitud, no va a tener muchas posibilidades legales. Sin embargo, afirmó que no planea dejar USA sin importar un mínimo lo que suceda.

“Estoy en esta pelea respecto de lo que planee para mi vida, de lo que aún planeo, en frente de mi realidad actual”, dijo. Aunque tiene la licencia de abogacía, no puede ser contratada por ninguna firma debido a su estatus como indocumentada. abogado para inmigrantes puede establecer un negocio.

Trabaja de día desde un centro en Pasadena, donde da formación a personas sobre de qué manera contar sus historias a diferentes conjuntos que han prometido ayudar a migrantes indocumentados y las ayuda a atestar formularios en busca de familiares que podrían ser deportados.

“Cualquier cosa que puedas usar para demostrar que tienes una vida acá, que trabajas y contribuyendo, ayuda”, le dijo a un conjunto de mujeres de mediana edad hace unas semanas. “Necesitamos que sepan que requerimos su apoyo y que lo merecemos”.

Luis Ángel, de 29 años, sabía de Lizbeth mucho antes de conocerla. La había visto charlar en mítines y había leído sobre sus protestas, que lo inspiraron cuando estudiaba en la Capacitad de Derecho de la Universidad de Nueva York. Cuando le ofrecieron ser el letrado de Lizbeth, admitió de inmediato.

Cuando era niño, la madre de Luis Ángel le enseñó que debía decirle a quien fuera que conociera que había natural de el hospital O’Connor de San José, California. Cuando comenzó a trabajar durante su adolescencia, utilizó un número de seguridad social falso, como lo hace la gran mayoría de las personas indocumentadas en el país. Eso ahora es fundamento para la deportación.

Durante los últimos dos años, Luis Ángel ha trabajado en Pangea Legal Services, un grupo sin fines de lucro en San Francisco que ayuda a defender a migrantes que encaran una posible deportación. Es un trabajo que Luis Ángel ve cada vez más difícil ahora que Trump empieza a cumplir con sus promesas de acrecentar las expulsiones de migrantes.

Luis Ángel, quien es adjudicatario de DACA, está preocupado por sus padres y ansioso de que cualquier llamada es la que le informará que fueron detenidos por agentes migratorios.

“Quieren que les afirme que todo va a estar bien, mas no puedo hacer eso”, afirmó.

Como letrado de Lizbeth, Luis Ángel es quien meterá el papeleo para su nueva solicitud de DACA, al paso que ella prepara los formularios para sus 2 hermanos más jóvenes, quienes deben renovar su permiso.

“Toda mi comunidad va a enfrentar cosas peores. Deseo seguir representando a la gente. Y, si no puedo, voy a tener que organizarme para dar la pelea”, afirmó Luis Ángel.




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