Cristóbal Colón contempla desde el pedestal el llanto de los al menos 15.000 seguidores que habían acudido a su plaza para volver a ver a una ilusionante selección española. La maldición está de nuevo presente y una vez más, esta vez en octavos, ni siquiera en cuartos, el equipo español cae en un Mundial. Francia gana 3-1.