Su arquitectura, en el núcleo central, es semejante a una ínsula romana formada por dos domus agregadas, y el estudio conjunto de su distribución y elementos constructivos, permiten apreciar la evolución arquitectónica córdoba –posiblemente en condiciones únicas- desde el siglo XIV hasta nuestros días.

Un cuerpo central y adiciones posteriores de viviendas colindantes, forman el actual palacio. El acceso se efectúa por una portada en ángulo, única en nuestra geografía, que constituye una singular muestra de cantería escultórica. Está constituida por dos cuerpos. El primero lo forma una amplia puerta dintelada de grandes dovelas y frontón partido.

El segundo lo constituye un balcón que se abre en el centro del frontón, flanqueado por dos guerreros cuyos escudos muestran los blasones de los Argotes y Figueroa.

Sobre el balcón campea el blasón de los Saavedra con cimera y corona de marqués, dentro de dos collares de las Órdenes de Carlos III y del Toisón de Oro. En la cinta, la divisa familiar “Padecer por vivir”.

La escalera de acceso a la planta alta, bellísima, del tipo de ida y vuelta, presenta una cartela en el muro de encuentro que acoge las armas de los Fernández de Córdoba y Figueroa. Su barandilla serliana, el artesonado de tracería mudéjar que la cubre, piezas arqueológicas, tapices heráldicos, alfombra roja con soportes de bronce y otros elementos, hacen de ella un conjunto propiciatorio para iniciar el recorrido de la planta alta y admirar la riqueza y disposición de sus diversos efectos.

El recorrido interior es fascinante. Colecciones o conjuntos de medidas de estaño, vajillas, armas blancas, arcabuces, alfombras, tapices, cuadros, cordobanes, guadameciles, cerámicas, libros, mobiliario, porcelanas, opalinas, lámparas… imposibles de resumir, que representan con independencia de su estimación unitaria, un conjunto de tal belleza plástica, que impresiona profundamente. No se visita un museo, se recorre una casa que aún conserva el calor del hogar donde se observa una perfecta armonización de sus diversos elementos dentro de una disposición singular.

La variedad de sus pavimentos nos permiten contemplar desde el mosaico romano al mármol de sus salones, desde la olambrilla al ladrillo plano de recia raigambre cordobesa. En sus patios, enchinados, gravilla, ladrillo, baldosas…

Merece especial mención la carpintería de talla. Artesonados mudéjares, renacimiento y una diversidad de techumbres planas sobre ménsulas o sin ellas, puertas, etc.

En su exterior, lisos y encalados muros que denotan austeridad, intimidad, silencio. Su grandiosidad interior no ofende al viandante.

Primeras familias de la aristocracia han sido siempre los propietarios de este palacio, siendo la última de ellas los terceros marqueses de Viana. Fausto Saavedra y Collado, casado con Sofía Lancaster y Bleck.