A bordo de la embarcación PILAR. en la que su amigo cubano Gregorio Fuentes hacia las veces de capitán y cocinero, Hemingway pasaba horas pescando en aguas caribeñas, siempre con un vaso de ron, su pipa, un libro abierto, hojas para escribir y un lápiz. Cuando se dedicaba a escribir lo hacia frente a su máquina portátil, sin camisa, en bermudas, casi siempre descalzo y sobre una alfombra hecha con la piel de un Cudú cazado por su esposa durante un safari en África.
En cierta ocasión Hemingway espetó a uno de sus pocos amigos de verdad: “Nada de esto tiene importancia. Nunca me enfadaré si se trata de un amigo o de un enemigo que de verdad cuida su pipa”.