Desde Arro, en las inmediaciones de Aínsa, se toma el camino que lleva a las ruinas solitarias de este monasterio. Aunque los restos que podemos ver hoy son de su última construcción en los siglos XVII y XVIII, dice la tradición que es el primer monasterio fundado en la península allá por el siglo VI, bajo el mandato del rey godo Gesaélico.
Espectaculares vistas de la Peña Montañesa.