Durante el mandato de Moctezuma II, los talleres de Tenochtitlan produjeron imágenes de piedra sin par en el arte mesoamericano. Aunque incompleto, este fragmento es uno de los mejores ejemplos, dada su detallada representación de la anatomía masculina. La cavidad rectangular en el pecho servía para alojar una cuenta de piedra verde, a manera de corazón, que dotaba de vida a la efigie.